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Blanquear avellanas – cómo proceder
Puede obtener avellanas blanqueadas y sin blanquear en las tiendas.
- Cuando abres una avellana entera, el hueso está rodeado por una cubierta de semillas de color marrón. Esta piel de semilla le da a la avellana sin blanquear un sabor ligeramente amargo.
- Para quitar la piel de la semilla, coloque las avellanas en una olla con agua hirviendo durante unos minutos.
- Hervirla ablandará la piel de la semilla, haciéndote más fácil quitarla. Lo mejor es sacar una nuez de la maceta de vez en cuando y probar si ya se puede pelar la piel de la semilla.
- Con un cucharón, sacar las avellanas ya blanqueadas y colocarlas sobre un paño de cocina extendido. Tire de las cuatro esquinas hacia arriba y haga un nudo en ellas.
- Ahora ralla las nueces mientras aún están calientes para quitarles la piel de las semillas y usa tus dedos para quitar los restos de la piel.
Avellanas tostadas: hay que prestar atención a eso
Después de escaldarlas, puedes tostar las semillas de avellana para desarrollar aún mejor su aroma.
- Para ello, pon las semillas en una sartén con o sin aceite y tuéstalas a fuego medio hasta que estén doradas por fuera.
- Asegúrate de revolver los granos regularmente para que no se quemen.
- Deje que los granos se enfríen y guárdelos en un recipiente hermético en un lugar fresco y oscuro.
- Alternativamente, los granos de avellana también se pueden tostar en el horno. Extienda los granos en una bandeja para hornear forrada con papel para hornear y hornéelos a 180 grados centígrados (calor superior e inferior) hasta que se doren por todos lados.